La primera vez que llegó a mis manos un libro de vidas pasadas fue hace 32 años. Me lo prestó un amigo, mientras acompañaba a mi padre en el hospital aquel fin de semana que decidió partir. El título de dicho libro era «La vida después de la vida», primera investigación de testimonios reales sobre experiencias cercanas a la muerte. Tres horas después de haber finalizado el libro mi padre falleció. Tenía tan reciente la lectura, que ni el dolor del momento impidió que transmitiera a mi padre el mensaje del libro.
Viví la misma experiencia con mi madre, acompañándola en su última noche y poco después murió un hermano menor al que no pude acompañar en sus últimos momentos porque no llegué a tiempo.
Estas experiencias me llevan a investigar otras formas de sanación. Comencé indagando en el origen biológico de las enfermedades, medicina holística (que considera a toda la persona en lugar de sólo la enfermedad), cuerpo, mente y emociones, pero me faltaba algo… el espíritu. En esa búsqueda volvió a caer en mis manos el libro «La vida después de la vida» de Raymond A. Moody. En esta ocasión me lo regaló un familiar, y esta vez la lectura la hice muy consciente. Ni siquiera recordaba haberlo leído previamente.
El paso siguiente fue formarme en Terapia Regresiva con el psicólogo y Terapeuta especialista Carlos González Delgado. Descubrí que esta terapia permite la reconstrucción emocional de aquellas experiencias traumáticas de nuestro pasado, nos libera del peso de la angustia y nos cura de su influencia dañina. Lo que se realizan son cambios en la manera de percibir distintas situaciones. Descubrí que ayuda al consultante a integrar emociones que quedaron estancadas y que le bloquean su presente.
Para mí lo más importante fue ser consciente de que la Terapia Regresiva no cura nada, sino que es el propio consultante, su propia alma, la que se sana a sí misma.
Ya desde mi formación como terapeuta, observe mi facilidad para acompañar a la Luz a las almas atrapadas en el campo magnético de la personas. Una de las partes, para mí, más gratificante y entrañable de este trabajo.
Durante años he sido consciente de haber conectado fácilmente con el Alma de las personas.
Aquello que vinimos a hacer si no lo encuentras tú, te encontrará a ti.
Así fue como esta técnica me encontró a mí. Tuvo que llamar dos veces a mi puerta.